En este artículo Carol Galleguillos, psicóloga de Psicoterapia Adultos, nos transmite a través de su conocimiento y experiencia algunos de los puntos más fundamentales del trabajo con personas sobre-vivientes de abuso sexual en su infancia.
Sobre-VIVIENTES de abuso sexual infantil
Hombres y mujeres cargando un inquietante dolor
Mi nombre es Carol Galleguillos, soy psicóloga clínica de profesión, y trabajo con personas adultas que vivieron abuso sexual en su infancia.
A continuación les comparto algo de lo aprendido durante estos años.
Lamentablemente comenzaremos este artículo con números muy tristes, pero muy necesarios de entender. En Chile miles de niños viven abuso sexual cada año, solamente el año 2015 se denunciaron más de 15.000. Y más que una cifra, cada uno de esos casos es una tragedia, estamos hablando de la vida de más de miles de niños. Así, cada año sigue aumentando la cifra de personas sobre-VIVIENTES de estos hechos abusivos, creciendo con esta experiencia a sus espaldas, y convirtiéndose en jóvenes y adultos que cargan un duro peso, muchos de ellos en el más absoluto secreto.
Tomando esto en cuenta, también es importante considerar que el dolor de una experiencia abusiva como ésta no termina cuando finaliza el abuso en sí, sino que puede acompañar parte importante de la vida de una persona, con el recuerdo, con la experiencia y el impacto que esto genera. Con ello puede afectar las distintas áreas en que se desenvuelve una persona en su desarrollo. ¿Por qué? Porque el abuso sexual, antes que SEXUAL, es abuso de poder hacia el otro, y por ende afecta no sólo el área sexual de quien lo vive, sino principalmente la confianza en otros, en sí mismos y en el mundo que los rodea.
¿Cómo sucede esto?
Primero que todo es importante tener en mente que la edad promedio en que una persona es víctima de abuso sexual es a los 10 años. Por otro lado, la edad promedio en que una persona cuenta este hecho a otros (que dentro del área se denomina “develación”) es a los 26 años. Es decir, en promedio los sobre-VIVIENTES callan su secreto por unos 16 años antes de contarle a otra persona lo que les pasó. Estas cifras son aún más dramáticas en caso que el agresor haya sido el padre o padrastro. ¿Se imaginan como una persona vive esos 16 años con un secreto tan doloroso sólo para sí?
Veamos un ejemplo que nos ayude a entender esto:
Imaginemos una niña que fue agredida por su tío (el hermano de su padre) por primera vez cuando tenía 7 años. En ese momento no entendía lo que sucedía, sólo se sentía rara, con mucho miedo y dolor. Con el paso de los años esta agresión se comenzó a repetir y se volvió sistemática. Allí la sensación de culpa, vergüenza y co-participación la invadían por completo. El agresor le decía que nadie podía saberlo, que ella fue la mala que lo sedujo, que sus padres se enojarían con ella o no le creerían, que si decía algo nunca más vería a sus primas que tanto quiere, y que finalmente su madre se sentiría muy muy triste y decepcionada de ella. La niña así, aprende a callar su secreto. Lo calla con miedo, con culpa, vergüenza y rabia. Pero lo calla también porque no quiere ver a su mamá tan triste, o a su padre enfrentado a su hermano, o porque siente que si habla la familia resultará destruida.
Así, va creciendo sintiéndose muy mal respecto a sí misma, por no poder detener el abuso, por ser responsable de lo que le sucede, odiando su cuerpo, y muchas otras ideas y sensaciones. Ya más grande el abuso se detuvo, producto de su propio crecimiento, sin embargo aún no es capaz de articular palabra al respecto. Quizás ya no le presta tanta atención pues comienza a considerar que el hecho no es tan importante, que lo pasado ya es pasado, que ella es la única a la que le ha sucedido y es mejor olvidarlo para poder comenzar a “ser normal”. En esta edad comienzan los intereses por otros pares y los primeros pololeos, con esto los temores se hacen más evidentes, quizás deambule entre etapas de rebeldía y otras de mayor obediencia como varios de su misma edad, sin embargo hay algo en su interior que la tiene siempre incómoda. Se siente distinta a su grupo, y piensa que nadie puede entenderla, le cuesta mucho confiar en el resto y eso impacta en cómo ella se relaciona con sus amistades.
Ya en la adultez quizás tenga una imagen distorsionada de sí misma, con un autovaloración cargada hacia lo corporal o sexual, o una autoestima disminuida pensando en que nadie la podrá querer, que está “dañada”. Finalmente encuentra una pareja que ama y que la respeta, que la hace sentirse querida y segura. Sin embargo en la intimidad pareciera que siempre hay dificultades. O bien no siente verdadero placer, o bien hay días en que no tolera que su pareja se acerque demasiado. Le da rabia, angustia, y no sabe el por qué. Un día en una reunión familiar, luego de tener ya dos hijos, ve que su tío (quien la agredió en su infancia) se acerca a saludar a su hija pequeña. Allí pareciera que todo se vuelve a intensificar, todas esas experiencias que cayeron en el olvido vuelven a tener la fuerza que tuvieron en el pasado: miedo, rabia, tristeza, culpa, angustia… Y allí, sin más, a sus 30 años, por primera vez decide contarle a alguien aquello que vivió hace tantos años atrás. Le cuenta a su marido, con el objetivo de que juntos puedan cuidar y proteger a sus hijos del mismo dolor…
La historia anterior es ficticia, pero reúne muchos elementos de lo que he oído en las biografías de los sobre-VIVIENTES con los que he trabajado en estos años. Vemos distintos ejemplos de cómo un hecho alojado en la infancia de una persona puede tener efectos e impacto a lo largo de múltiples áreas y momentos de su vida, y cómo se manifiestan de distinta forma a través del paso del tiempo y del desarrollo de la persona. Así sucede con el abuso sexual, las transgresiones de confianza más íntimas no agreden y dejan secuelas sólo en el cuerpo, sino también en el alma que habita ese cuerpo.
Pero, ¿por qué hablo de “sobrevivientes”?
Comúnmente se nombra como VÍCTIMAS a quienes han vivido abuso sexual, ya que han sido vulnerados por otro, sin su consentimiento. Sin embargo, me parece que esta palabra sitúa a la persona desde un lugar pasivo ante su propia vida, condicionándola a un rol de indefensión y estigmatización. Por otro lado, cuando se escoge hablar de SOBRE-VIVIENTE estamos incorporando la idea de una persona que SOBREVIVIÓ a este hecho, enfocándonos en que esto no lo/la venció, sino que continuó su camino, y por ende se construye desde la pertenencia de su propia vida y desde una resiliencia ante lo vivido. Se cambia el foco de una persona victimizada, a una persona que ha sobrevivido a ello y que se enfoca en los recursos que esta persona ha utilizado para llevar adelante su propia vida.
Entonces, ¿por qué el silencio del sobre-viviente?
Como lo he venido anunciando de cierta manera, la clave para la existencia y mantención de abuso sexual infantil en nuestra sociedad es el silencio. Sobre todo el silencio de quienes sospechan que algo ocurre- o lisa y llanamente lo saben- y aun así callan y ocultan. En el silencio está la posibilidad de que se perpetúe el abuso y que el agresor resulte impune. En el silencio está la complicidad social que prefiere no ver aquello que tanto duele. En el silencio está la oscuridad que permite la transgresión y el perpetuar la herida. Es por ello, que el silencio, disfrazado de secreto, es la principal herramienta que utiliza quién agrede para agredir, y por ende, tantos niños y niñas se convierten en hombres y mujeres que mantienen por largos años las dinámicas de silencio alguna vez aprendidas. El agresor se preocupa de que este silencio se establezca y se cumpla.
Calla quien teme posibles consecuencias al hablar
Calla quien teme no ser creído/a
Calla quien se siente culpable de lo sucedido
Calla quien no cuenta con personas disponibles para escuchar
Calla quien simplemente prefiere sufrir en solitario que ver sufrir a quienes más ama.
Calla quien simplemente NO PUEDE sino callar
“Escapamos del dolor para seguir vivos” (Freyd, 2003).
“No hablar del abuso da la ilusión de que no sucedió, o que no fue tan despiadado” (Batres, 1998)
Un adulto, ¿a quién le cuenta lo que vivió en su infancia?
Cuando un sobre-VIVIENTE de abuso sexual cuenta a otro (devela) por primera vez lo sucedido, esta instancia se ve cargada de una gran emoción. Algunos cuentan por primera vez –ya de adultos- a sus parejas, a un amigo/a, e incluso algunos eligen contar por primera vez lo vivido a un psicoterapeuta. En general un adulto que DECIDE contar su vivencia, lo realiza como una decisión, por ende puede ser muy cuidadoso de a quién contar y qué contar – y qué no, y a quién no-. Y con este cuidado a quién se cuida es a sí mismo.
Un adulto, ¿por qué cuenta ahora algo que vivió en su infancia?
Este proceso –el de decidir si contar o no- comúnmente se realiza en solitario, con muchos miedos como acompañantes, pero también con mucha valentía de parte de quien lo realiza. Es importante destacar que muchas veces la develación a un otro en la adultez incluye la búsqueda de un reconocimiento social y familiar de su lugar como víctima, y de la validación del hecho vivido: “Yo viví esto, a mí me pasó, es verdad, no lo inventé, fue real”. Algunas personas vivirían esta instancia como la posibilidad de realizar un reclamo a su familia de origen (padres y/o cuidadores) por haber permitido esta situación, por no haber cuidado correctamente. Otros lo viven con mayor tranquilidad, pero aún con la sensación de que es importante para ellos dar este paso simbólico para continuar avanzando en sus vidas y desprenderse así de una importante carga. Algunos lo han descrito como disminuir su carga, disminuir la mochila que han llevado a cuestas. Es como si estuviesen la vida entera cargando sobre sus espaldas con una mochila enorme, y un día pudieron sentarse a ver lo que llevaban a cuestas. Esto les permite ver cada elemento y decidir con qué se quedarán y con qué no. Con este proceso pudieron disminuir la carga y facilitar su transporte.
¿Cuándo se devela?, ¿se realiza sólo una vez en la vida?
Quiero ser enfática en decir que el develar (contar) es un proceso, NO SOLAMENTE UN MOMENTO. Este proceso puede tardar muchos años, a veces toda la vida de una persona. Esto ya que no consiste en “contar una vez y listo”, sino en cuestionarse continuamente a quién hago parte de esta historia íntima y a quién no. Es posible ver variados casos en que algunas de estas develaciones nunca llegan a realizarse, por ejemplo una persona puede decidir contarle a su pareja y amigos, pero jamás a sus padres. Sin embargo, la pregunta de si develar (contar) o no, es muy posible que esté presente en los principales vínculos a lo largo de su vida (padres, pareja, hermanos, hijos, amigos, etc.) La decisión es eso, una DECISIÓN. Siempre propia y muy íntima. Para algunos esta decisión puede ser muy clara con algunos vínculos, y no tan clara con otros, pero depende exclusivamente de quien ya siendo adulto decide si quiere dar este paso o no.
De Sobre-VIVIENTE a VIVIENTE
Tomando en cuenta todo lo que he descrito, el camino de un/a sobreviviente de abuso sexual infantil puede ser muy difícil de entender para quien no lo ha vivido. Incluye distintos caminos y procesos sumamente complejos. Sin embargo, es importante señalar que existen muchas posibilidades de salir adelante. El camino doloroso ya no tiene por qué seguir caminándolo en soledad. Hoy existen opciones de acompañamiento y psicoterapia que permiten ir sanando antiguas heridas.
El entender que no todos quienes se acerquen es para hacer daño, que uno no está solo, ni lo tiene que vivir en completa soledad, que no es algo que simplemente pasó, sino que fue otro quién dañó, qué una vivencia así -si bien fuerte y dolorosa- no tiene por qué determinar cada momento de la vida es clave para pasar de ser un SOBRE- viviente de abuso sexual infantil, a un VIVIENTE de su propia vida. Y para eso es que muchos profesionales dedicamos nuestra vida y nuestro trabajo en ayudarles a lograrlo.
Carol Galleguillos
Psicóloga Clínica, Psicoterapia Adultos
Felicitaciones !! Muy buen artículo y muy buena guía para ayudarnos a estar alerta con nuestros hijos.
excelente!!! muy bueno el enfoque pasar de ser victimas a sobrevivientes, claramente son sobrevivientes de un evento tan traumático que vivenciaron cuando niños,que logran en su adultez poder botar esa carga tan grande develando tal situación, donde resulta importante la terapia reparatoria a fin de poder entender que si bien fue un evento profundamente intenso y doloroso pero que no los determinara como persona.
Interesante artículo. Esto es información y guía para que el tema se converse. Muchas personas tienen capítulos dolorosos en su vida que no han podido o sabido cerrar y una buena forma es a través de un especialista. Soy estudiante de psicología de 9 semestre y se que tengo un mundo por delante por descubrir. Felicitaciones por compartir e informar.
Excelente artículo, claro y práctico, y con un análisis que nos invita a reflexionar sobre un tema delicado y complejo.
Muy bueno, una acotación que suma a este artículo, cuando la víctima se atreve
a contar su horrible experiencia, muchos de sus familiares la critican y hasta no les
creen. Ese momento también es muy fuerte.
Gracias por el articulo
Estimada Carol:
Excelente artículo, un gran abrazo!
Luis Cortés Olivares
Estoy pasando este proceso, tengo 40, tienes razón en mucho de lo que dices.
Saludos.